segunda-feira, 17 de novembro de 2008

Um conto de Enrique Butti

Baby:Acá te mando un cuentito para que lo subas al blogg. Gracias.Tengo mucha saudades de todos los chancletas. Voy por el mundo y sólo encuentro sandalias franciscanas, zuecos holandeses, tacos chinos, zapatitos de charol, zapatillas de tennis, pero chinelagem como vosé, ninguein, nadie, nada, nunca. Abrazos,Enrique
Acá va el cuento:

El Club de los Depravados se larga a perseguir la noche

Por Enrique Butti

Nuestro Club, tan modesto y provinciano, tan pacato como temerario, alimenta el mito de haberse desperdigado por el mundo cuando la pequeña secta original se largó de repente a perseguir la noche. Mientras unos pocos elegidos lograron dar la vuelta al globo y regresar (para continuar aún, nunca más en día), el resto desfalleció, aquí y allá, y su apostolado encontró en cada rincón su tierra fértil. Y así el Club habría crecido, ubicuo y pandémico.Nuestro Parque Pessoa tiene muchas caras, muchos ojos y orificios. Por una loma seno de giganta llega al campo que los viejos siguen llamando desierto; por el este llega al río que los turistas confunden con el mar. Los socios se identifican con esos expansivos límites; Repollita por ejemplo cría debajo de su piel a otra mujer, y después a otra, una vagina dentro de la otra; Monederito se ornamenta de camisolas y pantalones militares repletos de bolsillos, charreteras y fundas, que como corredores de pirámides obligan, antes de llegar al verdadero depósito de los tesoros, a detenerse y entusiasmarse con incontables falsas magnificencias.La idea de largarse en persecución de la noche coincide con el estatuto societario que alienta la inmovilización del placer. El Faquir salta en el momento oportuno sobre los rosales de la pérgola, para recordar después la elevación durante las tantas horas empleadas en sacarse pacientemente las espinas, y como algunos aguijones se le incrustan inamovibles el recuerdo puede persistir casi perenne. La Mosquita Muerta, a punto de conquistar el orgasmo, detiene todo signo vital en su cuerpo, anhelando su perdición en el sinfín. Anaxímenes sostiene que ya estamos en eternidad y se limita como Corchito a oclusionar todos sus canales; Parménides niega esa indeterminada expansión y porfía por penetrar con su miembro el confín del espacio y eyacular en la nada; Zenón divide y subdivide la distancia que debe recorrer su oro líquido hasta reducirlo a un incólume lingote petrificado.
Gritando consignas (“¡Más, más, más adentro, más rápido...!”) corren chocando postes olas alambrados. El pie de Charolita, enterrado sin pausa durante décadas en su zapatón reforzado, se tropieza en la carrera y como una bomba atómica salta desnudo. Salta del casco la cabellera de Angelito, que como imán ha estado meses atrayendo orgones ajenos en la vecindad de todo coito y se despliega fosforescente en la carrera, con su estela que guía como Cometa de Belén.Los relámpagos del campo descubren siluetas, algunas lejanas, hacia los costados de la noche, o peor, para el otro lado, proa al sol. Sin embargo, breves contactos indican a cada perseguidor que su lucha no es solitaria. Pasa jadeando La Gorila, arrastrando un trencito de avivados, que con la excusa de sondearla contranatura aprovechan de su gran mole y pecho afilado que hiende ciclones y selvas. Y atraviesan mares y estepas, cruzan galerías oscuras y calles sin nadie. Saltan, se caen y siempre la peor duda: ¿Qué es eso que brilla allá abajo? ¿Ojo de bestia, ciudad perdida, alba que arruina mi noche? ¿Cuántos somos todavía? ¿Soy yo solo que me interno en el fragor del infierno?Quienes sobreviven se encuentran a la noche siguiente en el Parque Pessoa. Entre los socios del Club hay violentas discusiones acerca de quién sigue corriendo y quién está detenido. A veces la discusión apasionada los distrae y Aurora los atrapa en el parque. Entonces, quienes corrieron tres o cien noches continuadas, vuelven a ver con horror o maravilla la luz del día.Y cuando los atrapa el alba en el Parque, Relusol aprovecha para acosarlos y obligarlos a que se miren en su espejo.

Nenhum comentário: